15 de diciembre de 2009

"Dame Tu Pelo"

Un nuevo reencuentro, un par de años sin vernos.
La misma comodidad.
Era incapaz de recordar mi cumpleaños, y sólo nos llevábamos 3 días de diferencia.
Sin embargo recordaba con exactitud, que fue un 15 de diciembre, y no cualquier otro día, un 15 de diciembre de algún año ya lejano, en el que nos besamos por primera vez.


"Y de eso hace casi una década" - le dije.

Nos miramos asombrados ¿cómo podía haber pasado tanto tiempo?
Y nada de aquel cariño se había extinguido, al contrario, cada año se hacía más fuerte, sin importar ausencias ni distancias.

A simple vista quizás lo más fácil era opinar que no teníamos nada en común, pero luego a solas en nuestra intimidad, éramos cómplices en nuestro mundo.
Nos veiamos sin pretensiones, todo fluía con calma, con una naturalidad casi fraternal.

Habíamos estado jugando aquella noche.
Le vendé los ojos con una corbata, me desnudé, él sonreía, excitado por la situación.
Puso el resto de sus sentidos a ejercitar.

"Huele rico" - dijo.

Coloqué su Nikon analógica en sus manos.
Me estuvo haciendo fotos a ciegas durante un rato.
Le di de fumar, dejé que notara mi presencia sólo con el calor que desprendía mi cuerpo.
Luego me vestí, le quité la corbata.
Nos tumbamos en la cama, a oscuras.

"Dame tu pelo".

Y yo sabía lo que quería. Me quité la goma que anudaba mi melena, y lo extendí sobre la almohada, dejándome hacer, dejando que aquel delicioso ritual siguiera su curso.
Sus manos con una delicadeza exquisita iban acariciando mi cabello, primero suavemente, después intensificando los movimientos, extendiéndose a la cabeza, las orejas, el cuello, la garganta.
Con movimientos felinos, yo iba estirando y encogiendo el cuello para alargar esas caricias que me hacían sentir tan animal.

Notaba su respiración agitada y aquello consiguió excitarme del todo.
Después fueron manos clandestinas bajo la ropa, y ya no hubo forma de parar, el mapa de aquel cuerpo lo conocía a la perfección, era casi una prolongación del mío, y aquellas manos sabían dibujar sobre el mío un ritmo perfecto.

Después la humedad caliente invadiendo nuestro espacio, aquel universo que habíamos creado hacía tanto tiempo y que volvía una y otra vez.
Se dejó caer en el colchón, extasiado, riéndose.
Era totalmente adorable.

"Me gusta que seas la primera y la última."

E inventé de nuevo, y sólo para él, los besos más dulces que era capaz de dar, aquellas palabras bien lo merecían, sólo para él.

El primero y el último.









_Aurora_

4 comentarios:

LeiVa dijo...

La casualidad de los reencuentros es muy parecido al misterio de los suspiros. Casualmente, un 15 de Diciembre descubrí que tenías un blog, y misteriosamente mis suspiros suenan como ronquidos. Describes la intensidad de las cosas muy bien! La espiral de la vida, que hace del primero el último y del último un espectro.

circos_extraños dijo...

Cada vez estoy más segura de que el verdadero espectro son las "casualidades".
Que en realidad nos movemos a base de "Causalidades"

llvllurciana dijo...

Igualmente, rebonicaaaaaa!!!!

Que tengas una perfecta entrada de año y que disfrutes mucho y se hagan realidad todos tus deseos!!

Besos a millones.
Se te quiere una jartá!!!

Anónimo dijo...

Hola linda! me he unido al mundillo del blog, a ver qué sale :) perfecto texto, me ha encantado. Qué suerte. Qué momento tan especial :)

un besote enorme!!