8 de noviembre de 2009

Miguel y los hombres que sí aman a las mujeres



Y ahora quiero hablar de Miguel.
Miguel es un señor de 70 y pico años.
Mi familia lo conoce desde hace un par de años, al principio venía al invernadero y muy asiduamente compraba plantas, las más florecidas, las más bonitas.

Eso a mi padre le extrañó, ya que no es muy usual que un señor y de su edad compre flores tan a menudo, hasta que un día le preguntó porque compraba tantas flores, a lo que Miguel respondió:

- Son todas para mi mujer, se las llevo al cementerio.

Miguel amaba a su mujer y nunca, nunca permitía que le faltase una flor fresca y bonita, como ella, en su tumba.

En grandes épocas de venta de plantas, Miguel siempre nos ha echado una mano incondicionalmente y sin interés lucrativo, no quería que le pagasemos, no lo toleraba, por lo que mi padre le compraba un jamón y casi regañándole tenía que obligarle a llevarselo.

- Miguel, llévese el jamón, hombre de dios, que sino no querré que me venga a ayudar más.

Esta mañana ha venido Miguel a vernos, yo estaba cantando y no me había dado cuenta de su presencia hasta que he girado la cabeza y lo he encontrado mirándome y sonriendo.

- Pero Miguel, diga algo, que no me enterado que estaba aquí.

- Ay, niña, pero si te lo digo, ya no te oigo cantar.

Se ha vuelto a llevar varias flores, y cuando se iba a ir me deja en la mesa 3 euros.

- Toma maja, esto para ti, para que vayas al cine.

"Probe" Miguel, si el supiera que hoy en día ya ni se puede ir al cine por ese precio, si supiera que lo más seguro es que me lo gaste en tabaco, no hubiera sacado la mano del bolsillo.

Hoy mando un beso a Miguel y a los hombres como él, que aman a sus mujeres incluso después de muertas.





Aurora

4 comentarios:

Aníbal del Valle Uría dijo...

Precioso.

Un día te contaré la historia de mi bisabuelo, mi héroe.

circos_extraños dijo...

Estaré expectante.

Aníbal del Valle Uría dijo...

Fuerte como un roble, sí señorita.

Robles era el apellido de mi bisabuelo. ;)

llvllurciana dijo...

Qué bonito!
Y, por suerte, aún quedan hombres así.

Un besazo, rebonica.