28 de noviembre de 2009



Ella le pidió que la llevara al fin de mundo,
él puso a su nombre todas las olas del mar.
Se miraron un segundo como dos desconocidos.


* * *


Hubo un accidente, se perdieron las postales,
quiso Carnavales y encontró fatalidad.
Porque todos los finales son el mismo repetido
y con tanto ruido no escucharon el final.

3 comentarios:

Aníbal del Valle Uría dijo...

A mí una vez me invitaron al fin del mundo; dejé mi trabajo, mi tierra, mis amigos, lo dejé todo... pero justo antes de llegar me dieron una patada en el culo.

¿Pero sabes qué?

Lo volvería a hacer con los ojos cerrados.

Es mejor equivocarse 99 veces y acertar una que no arriesgarse nunca.



(Ahora solo me falta creerme todo lo que te digo)


Estas "conversaciones" que vos y yo tenemos son así como terapéuticas. :D



Un abrazo inmenso, señorita Aurora.

llvllurciana dijo...

Muchos finales son dolorosos pero, afortunadamente, algunos de ellos son para bien.

Un beso, princesa.

llvllurciana dijo...

Mi comentario también está dirigido a tí, Aníbal.
Pensad los dos en ello.

Más besos.