11 de enero de 2011

Me despido

Hace unos días leí algo, con fecha del día después de mi cumpleaños, puede que fuese casualidad o que no tuviera ningún propósito, y no sé cuando lo escribiste en realidad, pero de lo que esta vez no tengo dudas es de que hablabas de nosotros, o quizás sólo te sirvió de inspiración ...
Esa misma noche tuve que levantarme de la cama para buscar aquel cuaderno que escribiste con tinta de estrellas y la rosa de los vientos por bandera.


Desde aquel septiembre de mi cuarto de siglo, en el que lo leímos juntos, no me había atrevido a volver a abrirlo. Aquella historia que se quedará sin terminar, donde no pondremos los nombres de los hijos que no tendremos.


(Tampoco quité el papel adhesivo de las ventanas, que puse para que la mañana no te despertara demasiado temprano, para que fuera yo la única aurora que te abriese los ojos, aunque ahora no viene mucho al caso)




Necesitaba hacerlo, buscar algún resquicio, alguna respuesta ¿y sabes? para mi gran sorpresa resulta que lo entendí por entero, muchísimo mejor que la primera vez, comprendí todo su significado, saboreé cada palabra. Sé que sentiste todo aquello, quizás te asustaste tanto que no sabías que hacer con todo eso. Pero lo sentiste, estoy segura, aunque fuera un día, aunque fuera por un momento hechizado, aunque fuera en un sueño, lo sentiste.


En ese momento me reconcilié contigo. Y conmigo.


Son curiosos los vaivenes de la vida, ¿verdad?
¿Podré expresar correctamente lo que quisiera decir? esa pregunta a veces hace que nunca de el paso para decirlo, que me comunique con pequeños fragmentos de canciones, de citas filosóficas, de telegramas, a veces por telepatía, imagínate .Así que seguramente todo esto sea algo desordenado, un pequeño desastre, como yo.
Las personas a veces podemos intentar olvidar, hay gente que es adicta al trabajo para no tener tiempo de pensar. Al igual que la gente que bebe, los que utilizan mal el manido “carpe diem”, los que siempre se enganchan a cualquier relación (buena o mala)... infinidad de ejemplos.


Y a veces creemos que lo conseguimos, pero para bien o para mal, no suele ser así.


Durante este tiempo he intentado mantenerme en mi agujero de avestruz, en mi cueva curando mis heridas (no han dejado de llover cuchillos), en mi "nube azul", en mi estratosfera protectora. Ha sido un año terriblemente agotador, lleno de hastío, de miedos, pero también de aprendizaje. Y por qué no decirlo, debido a ello, también de agradecimiento.




Te podría contar que haciendo un ínfimo esfuerzo podría decirte con todo lujo de detalles qué hicimos todos y cada uno de los días que nos vimos, paso por paso. Los nombres de todas las personas que me presentaste, todos los sitios donde dejamos nuestros abrazos, cómo eran los paisajes que compartimos, las voces, las caras, qué comimos y dónde, de la palabra portuguesa que nos enamoró y no dejábamos de repetirla imitando el acento. Del camarero que nos recordó 3 meses después, del cajón donde guardabas los caramelos, todas las canciones que sonaron en el coche, las anécdotas, la decoración exacta de cada rincón.






El día de mi cumpleaños puse “Te quiero libre” de Silvio Rodríguez a todo volumen mientras tú intentabas hacer la siesta (siempre fui demasiado inquieta para siestas)


De que en el “Saint Tropez” bailamos pegados imaginando llevar toda una vida juntos. Pasear y que nos tomaran por turistas, hacerte andar durante una hora hasta el cine que estaba a “cinco minutitos” o que un guardia civil nos regañe por hacer fotos en sitios indebidos.


Las charlas con tu mamá acompañadas de café y cigarros. De como me enamoré de Lola y de Enrique, de su amor, de sus almas, de su casa, de su boda.


(En la cocina tu madre bailando, tu padre cantando, yo tocando mal las palmas y tú tocando la guitarra sentado en la encimera. Mientras vivía aquel momento supe que lo guardaría por siempre.)


Y si todavía ahondo un poco más, incluso la temperatura de tus brazos, tu forma de mirarme cuando te llenabas de alegría, tu risa, el tono de tu voz, tus gestos, el tacto de tu cuello, tus lunares cósmicos, tu sabor, las texturas de tus caricias. Tus manos que encajaban a la perfección con las mías.








¿Eres más feliz ahora? quiero querer entenderlo todo al fin.


Quiero creer con todas mis ganas que tus motivos para huir eran simplemente eso, motivos para huir, huir, huir ... siempre huir.


Y que eso te ha servido para que tu vida sea mejor.


Quiero pensar que en el fondo de tu corazón sabías que todos esos requisitos eran meros prejuicios, formas de tener una coartada, de ser absuelto, (¡deberías estar por encima de eso!)


Que sabías que eso no me haría alguien incapaz de cuidarte, de entenderte, de quererte ...


¿Lo sabías, verdad?


Sí, ahora creo que sí. Aunque tu corazón no me correspondiera.








No he vuelto a entregarme. Y no me refiero en el sentido romántico/sexual literario que se le suele dar, sino a lo que llamo entrega total : Mente, corazón, alma, cuerpo.


¡Qué difícil es encontrar a alguien con quien conjugar todo eso!.






Y creo que tengo ganas, sobretodo de ser correspondida. Presiento algo bueno, aunque a largo plazo (eso dicen, la esperanza es lo último que debe perderse). Pero tengo miedo (¡cómo no!), miedo de tener el corazón anestesiado, en estado vegetativo. O de vencer mis temores y volver a dar lo mejor que pueda de mi ...para nada. De creer, de romper mi coraza. Me aterra la idea de darme cuenta de que ciertas cosas sólo se tienen derecho a vivir una vez, si tienes suerte.


Si fuese así entendería mejor ese tipo de herida que arrastramos, la que confiere el dolor que se siente al sesgar algo único que acaba de nacer, ni siquiera a tenido tiempo para poder ser y aún así echó raíces. ¿Una vez por cada vida vivida?¿Cuántas vidas más crees que tendremos para gastar?¿cuántas veces renacer y volver a empezar?¿O en realidad nada cambia y estamos destinados a repetir lo mismo toda la eternidad? ( vale, cabecita loca, para ya, para ...)








La noche de aquel miércoles … supe que iba a ser la última noche y el último miércoles.


No me preguntes por qué, sabes que también soy capaz de darme cuenta de que alguien me ha mentido, aunque esté a más de 600 kilómetros, o de soñar con cosas que me avisan de la realidad. Pero el hecho es que algo dentro de mi se le había activado la alarma que me avisa de las despedidas, y no pude dormir en toda la noche porque no podía dejar de llorar.


Y te veía dormir, tan cerca de mi pero a años luz, tan lejos ... que aún sentía más pena.


Imposible dormir sabiendo que ya no te vería dormido.


Que al lado derecho ya no estaría más tu latido, que era mi nana


Tenía ganas de despertarte, de decirte que no dejaras de abrazarme, antes de que llegara la otra aurora, la del alba, la que nos iba a separar … pero tú tenías fiebre y mi corazón se helaba.






Cómo seguí llorando aquella mañana en el aeropuerto ¿recuerdas?


No ibas a volver a esperarme en la puerta de "Llegadas", lo veía en tus ojos.


Aún no me lo habías dicho y ya sentía el dolor.


Y ya no sabía que hacer o que decirte para que reaccionaras.


No sabía como pedirte, explicarte, que debías darme todos los besos del mundo en apenas unos minutos antes de partir. ¿Qué iba a hacer toda una vida sin ellos?.


No entendías mi llanto …


Y tú, … dentro de ti creerías que era muy fácil olvidarme y que sería mejor apresurarse a apuntarme en tu lista de fallos.






Fue la última vez que te vi.






Cómo te eché de menos, niño de aire.


Pero entenderás que no podía pedirte que nos sepultáramos bajo hormigón, como en aquella película francesa, que tanto me recuerda a la canción de Pedro Guerra, la que habla de aquellos amantes enterrados hace milenios.
No era una película, ni una canción.


Éramos tú y yo en un aeropuerto, despidiéndonos del corazón, sacándonos fuera de él.


Qué vuelo tan poco liberador.
Luego supongo que aquellas lágrimas viajaron de tu almohada hasta aquel embarcadero en el sur, donde vimos atardecer, ayudando a formar esas mareas tan extrañas. Siguieron viajando hacia el sur del sur, se encontraron con las lágrimas de Gibraltar y se deshicieron entre un mar y un océano. Después se evaporaron, y entonces fue lo del diluvio de las navidades pasadas.


Casi hago rebasar los cauces de los ríos, me fui de Andalucía inundándola.








Tienes que saber que siempre me pareció magia, sólo el desenlace fue el truco. Y que nunca me aburro (cosa que te preocupaba), jamás me aburro sola, sólo con los demás, y pocas veces. Si supieras mi verdadera historia no creerías que soy tan rara, ni tan siquiera rebelde, entenderías que me puedo desenvolver sola, sin nada, eso sí, lo único que me hace seguir es el corazón, y necesito su alimento. (Por eso es mi destino no dejar de creer nunca en Gabor).






Me gusta pensar que siempre habrá un poco de mi dentro de ti. Seré el chocolate, o tal vez las nueces de tu brownie, por ejemplo. Estaré contigo en los colores tornasolados del ocaso y en sus reflejos en la superficie del agua, también en las ondas cuando hagas rodar piedras. En todos los matices azules. En las niñas gitanas. En las llaves bajo los puentes. Mi risa unas castañuelas. Mi canto dentro de una caracola, mis besos en un campo de amapolas. En el aroma de las frutas salvajes y del café. En las moléculas que desprenden las alas al volar, las de una libélula, quizás. Y en algún azote girado del levante, mis suspiros.






Estaré velando en el regazo de Hércules cuando no puedas dormir. Y que a nadie se le ocurra hacerte daño. Descansa, sueña, cierra tus ojos, sigue viajando, sigue buscando tu momento.


Sigamos soñando que navegamos hacia Ítaca.


Yo, por mi parte, tejeré el tapiz interminable de Penélope y perfeccionaré las alas de Ícaro.


Tú, haz lo posible por ser feliz.






En el recuerdo : Tu chica del puente.












P.D : Si nos quedamos sin tinta para continuar escribiendo. mucho menos tendremos suficiente tinta invisible para borrar, porque siempre habrá algo eterno en todo ello.


“Mirarte a los ojos y tal vez recordarte que antes de rendirnos fuimos eternos”






(Gracias por la valentía, nunca es tarde para las buenas acciones, mucho menos si puedes curar a alguien de antiguas heridas de guerra. Ha sido todo un bálsamo)

3 comentarios:

Horacio Holiveira dijo...

Me lo he leído todo.

Casi en 15 minutos te he conocido sin conocerte.

A ti y a él.

Y por un momento he calculado todas las historias que se entretejen en el mundo...

guau

llvllurciana dijo...

Mi niña, no es bueno llorar ausencias tanto tiempo.

Hay una frase que dice algo parecido a: "Siempre hay un motivo para que en tu futuro no estén algunas personas de tu pasado".

Tú aún tienes mucho y bonito por hacer y debe ser muy tonto aquel que prefiere que lo despierte otra Aurora que no seas tú.

Eres la Aurora más bonita que puedo imaginarme.

Te quiero, rebonica!!
Un beso enorme.

LeiVa dijo...

El mortero de mi estúpida cabeza tardó demasiado en preparar el bálsamo hasta poder dártelo. Aún sigo equilibrando el laborioso ungüento porque quiero ser toítas las cosas que hacen que tú no estés triste... Bien sabes todo lo que ahora pueda sentir tras leer esta tu despedida, pero estoy feliz porque pa` ti yo siempre te daré cositas buenas...