24 de noviembre de 2009

¿Qué ojos me miran?

¿Vas a pasarte la vida tocando a esa puerta
cuando sabes que la casa lleva tiempo deshabitada?
Sube hasta el tejado, quédate observando desde la terraza,

que tus ojos no tengan murallas.

¿Qué ves?
¿Qué ves cuando me ves? ¿Acaso me miras?
Ver, mirar, observar, contemplar …
De matices está llena la vida, y menos mal.


Tengo un saco cosido lleno de guiños, sólo has de abrir la mano.
¿Porqué elegir? ¿mi cuerpo, mi alma?
Me di cuenta que no era yo, y empecé a ser libre,
no era quien habían inventado …


Ni los labios que besaban, ni las manos que se quedaban vacías,
ni la lengua mordida, ni los ojos teñidos de negro me pertenecían.


Entonces respiré y lo entendí todo y sentí satisfacción
de que no se hubieran percatado, ni lo harían.

Aún era una mujer nueva, por descubrir,
con un envoltorio que creerán haber rasgado mil veces.


Ahora anhelas lo que tuviste entre tus manos, lo que era tuyo …

Me puse a reir consciente de mi nueva fuerza y sentí placer de verle ahí.
Hablando con una mujer que se parecía a mi,

con mis gestos, mi rostro, pero que no era yo.

Había huido de su interior y hablabas con una cáscara!




Aurora

1 comentario:

Aníbal del Valle Uría dijo...

Hermosa cáscara, por cierto. Aunque mucho más hermoso el fruto que llevaba dentro. Y ahora que la cáscara se ha abierto es hora de esparcir las semillas por el suelo; alguna crecerá y se extenderá hasta el cielo...